Un salmo para orar

Jesús, como buen judío, oraba con los salmos. En el Antiguo Testamento hay todo un libro que lleva su nombre, y que contiene aproximadamente 150 salmos. Hoy os propongo orar con este salmo, queriendo pedir al Señor que escuche nuestras súplicas y plegarias y bendiga a todos los que nos confesamos seguidores suyos. Le pedimos especialmente que no nos deje huérfanos, que nos envíe su santo espíritu, para que nos asista en nuestros trabajos y nos regale sus 7 dones: entendimiento, sabiduría, fortaleza, piedad, ciencia, consejo y temor de Dios. 

 

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. 

A ti te suplico, Señor: por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa, y me quedo aguardando. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. 

Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo santo con toda reverencia.
 

Señor, guíame con tu justicia, porque tengo enemigos; alláname tu camino. En su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es un sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua. 

Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Porque tú, Señor, bendices al justo, y como un escudo lo rodea tu favor.

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